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Y midió otros 1,000 codos (525 metros); y ya era un río que yo no pude vadear, porque las aguas habían crecido, aguas que tenían que pasarse a nado, un río que no se podía vadear(A). Entonces me preguntó: «¿Has visto, hijo de hombre(B)?». Me llevó y me hizo volver a la orilla del río. Cuando volví, vi que en la orilla del río había muchísimos árboles a uno y otro lado(C).

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